Los “hipopótamos de la coca” de Pablo Escobar son un problema para Colombia

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Se trata de un problema sin parangón: la invasión de hipopótamos en Colombia, traídos inicialmente al país por el tristemente célebre narcotraficante Pablo Escobar. No es sólo un problema que desconcierta a científicos y conservacionistas, sino también una amenaza importante para la fauna y los habitantes locales.

En la década de 1980, el zoo privado de Escobar contaba con un grupo de 3 hembras y un hipopótamo macho, traídos de un zoo estadounidense a la exuberante campiña colombiana. Escobar no sabía que este pequeño grupo acabaría multiplicándose hasta alcanzar la asombrosa cifra de 130 ejemplares. Estos hipopótamos, descendientes de los originales que Escobar poseyó en su día, vagan ahora por los cursos fluviales de Colombia, alterando el equilibrio ecológico y aterrorizando a los agricultores locales con su agresividad.

No deja de ser irónico que estos gigantescos mamíferos ni siquiera sean endémicos de Colombia y no tengan depredadores naturales en la región, lo que les permite proliferar sin trabas. Se controlaron las amebas nanoscópicas y los virus microscópicos, pero el mundo aún no ha descubierto una solución eficaz para la creciente población de hipopótamos.

Se han propuesto varias soluciones a este singular problema. Una de ellas consiste en reubicar a los animales en países como Filipinas o la India, donde los hipopótamos están más familiarizados con la ecología local. Pero por ambicioso que parezca este proyecto, aún no se ha materializado.

Otra resolución que se intentó -un plan de esterilización- ha fracasado tristemente. Sólo se esterilizaron seis hipopótamos en 2023, muchos menos de los necesarios para frenar la explosión demográfica. Para empeorar las cosas, parece que estas inteligentes criaturas están evolucionando para entender las intervenciones humanas, aprendiendo a evitar las trampas y a no seguir el cebo.

Foto: seguimiento.co

Aunque a primera vista no parezca un problema importante, su coste es astronómico. La esterilización de cada hipopótamo, por ejemplo, cuesta unos 10.000 dólares. Por lo tanto, los recursos necesarios son simplemente inviables, especialmente a la luz de las numerosas crisis medioambientales a las que se enfrenta el mundo.

Con todas las demás medidas fracasando o quedándose cortas, la situación sólo nos deja una solución viable pero desgarradora: la muerte piadosa. Es una medida severa, que ningún amante de los animales querría plantearse jamás, pero dada la amenaza para la vida humana y el daño ecológico, puede que sea la única opción que nos quede.

En medio de esta difícil situación, hay otra noticia desafortunada. El pasado mes de noviembre, México, que había mostrado interés en acoger a algunos de los hipopótamos, retiró su intención. Este cambio de postura del país agravó aún más el dilema, ya que se esperaba que el traslado a México aliviara en parte la superpoblación de hipopótamos.

En conclusión, la historia de los hipopótamos de Pablo Escobar es un enigma único y complejo que implica la interacción de la acción humana, la naturaleza y las consecuencias imprevistas en un ecosistema. Es un potente recordatorio de que nuestras acciones pueden tener repercusiones duraderas a gran escala en la biodiversidad del planeta y exige un equilibrio reflexivo entre la intervención humana y la preservación ecológica.